Christopher Celis había vivido en un mundo de perversión y libertinaje desde que era un adolescente. El abandono de su madre había hecho que su padre se sumiera en un mundo de alcohol, drogas y mujeres que una noche sí y otra también se le metían en la cama al muchacho. Quizás por eso Christopher odiaba a las mujeres fáciles, aunque ello ciertamente no le impedía usarlas. Quizás por eso le molestaba tanto que la nueva asistente de su socio se le quedara viendo de aquella forma tan rara, casi sin pestañar, como si quisiera «hacérselo» sobre cada escritorio de la oficina. Mila Alexander había sido por años el saco de boxeo de sus hermanos. El odio, la envidia y una fortuna en la que no podían meter las manos, hacían que la lastimaran tanto física como mentalmente bastante a menudo. A punto de cumplir por fin los dieciocho años y de ser declarada «incapacitada» por sus hermanos, Mila decide trabajar para poder demostrar que es capaz de valerse por sí misma. En el imperio vinícola Celis Inc. encontrará la forma de demostrar su valor, aunque a veces tiemble un poco al sentir ese olor tan especial que la deja embobada… tratando de imaginar qué hombre estará tras él, porque Mila… bueno, Mila es completamente ciega.